Actualmente, los jóvenes
de todo el mundo sólo quieren una cosa: venir a Berlín. Precisamente esta
ciudad, cuyo abismo entre riqueza privada y pobreza pública ya recuerda al de
un país en desarrollo y en la que nada mejora a excepción de la oferta
gastronómica y las rentas de los propietarios de inmuebles, se ha convertido en
el principal punto de atracción para los jóvenes. (...) La razón: es el único
lugar interesante en el hemisferio occidental en el que se puede llegar
bastante bien a fin de mes sin mucho dinero. Aquí, los años de las vacas gordas
en realidad nunca comenzaron, aquí uno se mantiene a flote en tiempos difíciles
haciendo chapuzas y se distrae con la ocasional depresión propia de la gran
ciudad hasta que vuelve a Múnich, Stuttgart o Sídney. La promesa que esta
ciudad hace a quienes atrae no es, precisamente, si lo logras aquí, puedes
lograrlo en todas partes. La promesa es: si te las arreglas para sobrevivir al
invierno, el verano es genial.
MEREDITH HAAF. "Dejad de lloriquear" ("Heult doch", 2011)
Trad.: Patricio Pron
Vaya, me he chocado varias veces con ese libro. ¿Qué tal está? La reflexión es graciosa y triste, a la vez.
ResponEliminaYo me lo estoy leyendo ahora y me está pareciendo muy interesante.
Elimina