Y mientras sobre nuestras cabezas los petardos
celebraban la victoria de la Roja ,
un amigo me comentaba que pese a tal gesta su vida sería la mañana siguiente
exactamente igual: seguiría siendo uno de los más de cuatro millones de parados
que hay en este país. Y ya van dos años. Horas antes, un economista alemán daba
por televisión un sutil pero merecido tirón de orejas al Gobierno de España: si
éste hiciera sus deberes tan bien como juega su Selección, otro gallo cantaría.
¿Saben? Yo no trabajo para ninguna administración pública ni soy pensionista.
Supongo que por eso no me llevo las manos a la cabeza cuando se recorta el
nivel de vida de estos colectivos, mientras se pagan primas astronómicas a
héroes nacionales que le dan patadas a un balón. Tampoco soy futbolero. Supongo
que por eso, mientras la mayoría celebra la (merecida) victoria de la Roja , yo sigo pensando en
otros héroes nacionales. Los que no salen a todas horas en los informativos de
la televisión pública. Los que después de sobrevivir con menos de mil euros al
mes, se han visto de patitas en la calle y sin más perspectiva que la de agotar
la prestación por desempleo. Porque su nivel de heroicidad es tal, que ni su
propio país parece acordarse de ellos (¡Manda huevos!, que diría aquel). Y
porque quién sabe, tal y como van las cosas, quizás ustedes o yo mismo seamos
también héroes nacionales dentro de poco. Pero no pasa nada: somos campeones
del mundo. Para todo lo demás, Master Card y Vuelva usted mañana.
Audio: "El imperio contraataca" - Los Nikis
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